sábado, 20 de abril de 2013

Sólo vine a hablar por teléfono. Gabriel García Márquez.




Buenas tardes de sábado, 
Hoy me gustaría recomendaros esta lectura "Sólo vine a hablar por teléfono" puesto que da mucho que reflexionar al respecto. 
Es una lectura fácil aunque un tanto angustiosa y ahora sin más dilación os adjunto el enlace de donde lo podéis leer:
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/ggm/solo_vine_a_hablar_por_telefono.htm


A continuación os escribiré mi opinión de la lectura así como todo aquello que me suscitó. 


Sobrecogedora historia con final agrio. Página a página he ido adentrándome en el misterio que suscita este relato. Ha sido duro, pues empatizar con María de la Luz Cervantes no ha sido fácil.  Escribo con incertidumbre, pues, no se como empezar a desarrollar el texto, por el desazón provocado.
            A María, un joven emprendedora y con toda la vida por delante, se le trunca la vida a consecuencia de una desastrosa avería, con su coche. A falta de teléfono, para avisar a su marido, decide hacer parar a todos los vehículos que se crucen por su camino. El autobús que la recoge en medio del desierto, de Zaragoza, resultó ser el que trasladaba a unas mujeres a un centro de salud mental. María, sin saberlo, llegará a formar parte de las internas, ya que, las mujeres que lo regentan piensan que, María, es una paciente más.  
La joven no entiende nada, ella sólo quería hacer una llamada telefónica. Pasan los días, los meses y María sigue encerrada, con las demás mujeres, tiene que adaptarse a su nueva, pero no fácil, vida, ya que ésta, le dio un vuelco en un segundo.  Resulta difícil comprender como a medida que el tiempo iba sucediendo, María, se iba empezando adaptar a su nueva identidad o a su manera de vivir, para poder adaptarse a las circunstancias que la rodeaban.  
Resulta incomprensible, a mi parecer, como una persona sin ningún trastorno psicológico, acabé formando parte de las residentes de un centro de salud mental. Sin que la historia, que la precede, tenga ningún tipo de valor para los oyentes. Escalofriante, también, la resignación que María, al final del relato, parece adoptar, al darse cuenta que nadie es creyente de sus palabras más sinceras, ni siquiera su gran amor. 

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